Taller Literario Alas de Papel

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Pasión por leer...

domingo, 1 de abril de 2012

Un domingo para leer La ventana sin tiempo, de José Amorín

Primera parte
en el Sur...
La historia de las rocas de plata
     Era un gran tipo mi abuelo. El tipo de abuelo que a cualquier chico le gustaría tener. Usaba una barba espesa, desprolija y blanca, rengueaba un poco, tenía una paciencia infinita, sabía algo de todo, y fumaba en pipa y tosía y carraspeaba a cada rato. La pipa olía horrible. Y él, no sé: olía a tierra, a río, a humo...a mí me gustaba su olor, sobre todo en verano porque, según creo recordar, en invierno olía a ropa vieja y, durante las lluvias, a humedad. En el barrio, de mi abuelo decían que era un tipo duro: veterano de la guerra civil en España, patrón de una barcaza fluvial, antes y después. De la guerra nunca hablaba excepto para comentar que de ella sólo trajo su renquera y algunos malos sueños. De su paciencia, sin darle mucha importancia decía que era un regalo del río. Pero le gustaba ser considerado un hombre sabio. Y, de hecho, lo era: para mí era sabio y bueno y blando, blando y dulce como un flan. Así lo sentía entonces, cuando yo era chico, y así lo siento ahora, ya adulto y tan lejos de mi ciudad del Sur. Así lo siento ahora, en este preciso instante en que he dado la espalda a la ventana frente a la cual suelo escribir. Ahora al respirar hondo y fijar la vista en la pared. Ahora, cuando la mirada se me pierde en el fondo de esta ventana imposible...y yo vuelvo al Sur.

Una lectura imprescindible para entender el dolor del exilio. Un hombre que vuelve desde su mirada de niño.

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