LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DIAS
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Al salir de la oficina de pasaportes, Phileas Fogg se dirigió tranquilamente a la estación, donde se hizo servir la cena. Entre otros platos, el mozo tuvo a bien recomendarle un estofado de "conejo del país" del que le hablo maravillas.
Phileas Fogg aceptó el estofado y lo degustó concienzudamente; pero a pesar de su salsa picante, le pareció detestable. Llamó al mozo.
-Señor- Le dijo, mirándolo fijamente-, ¿esto es conejo?
-Si, mylord- respondió sin vergüenza el gracioso-, es conejo de la jungla.
-¿Y no maulló este conejo cuando lo mataron?
-¿Maullar? ¡Oh, mylord! ¡Un conejo! Le juro...
-Señor- prosiguió fríamente Phileas Fogg-, no jure y recuerde esto: en otra época, en la India, los gatos eran considerados animales sagrados. Eran buenos tiempos aquellos.
-¿Para los gatos, mylord?
-Y quizás también para los viajeros.
Hecha esta observación, Mr. Fogg siguió comiendo tranquilamente.
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Fragmento del capítulo X:
Donde Passepartout se alegra demasiado de salvarse
perdiendo un zapato
Julio Verne